La situación económica y los ciclos económicos nos contagian de un sentimiento de pesimismo y desazón que nos envuelve e impide que avancemos y salgamos adelante.

Debido a la globalización y sin ánimo de generalizar, sabemos que las de epidemias se convierten en pandemias con mucha rapidez y más rápido aún es el contagio si la cuestión es por causas psicológicas. Para esto último no hace falta germen alguno – tan solo la difusión de una noticia negativa por parte de los medios de comunicación. Esto tendrá un efecto depresivo multiplicador de propagación universal.

 Uno de los responsables de esta situación lo encontramos en el actual modelo cultural y social, donde se prima el éxito sin tener en cuenta ni el esfuerzo, ni el sacrificio. Lograr que el estado del bienestar se generalice por el esfuerzo colectivo de todos, genera que poco a poco se relajen los criterio en los que se sostiene y si no se puede sostener, pretendamos ejercer nuestros derechos y hacerlos valer, pero ¿qué ocurre con nuestras obligaciones? las nuevas generaciones han perdido esa perspectiva y pretenden tener todo a su alcance con mucha facilidad y sin sacrificios.

Tenemos que dar un paso adelante y plantarnos ante la sociedad, reinventarnos cada mañana proponiendo retos. Motivarnos con las pequeñas cosas y logros evitando que cualquier sensación negativa se apodere de nosotros y de nuestros objetivos. Vencer la apatía y la monotonía que representa estar pasivos con la esperanza de que vengan otros a salvarnos. No debemos olvidar que sin movimiento, nuestro barco se hundirá con mucha facilidad.

Para el éxito de nuestros proyectos tenemos la obligación de ser profesionales y estar a la altura de las exigencias. Si aplicamos este principio clave, los resultados se verán a corto, medio y largo plazo.

Vale la pena intentarlo aun a sabiendas que nos podamos quedar solos en el camino con el riesgo de ser cuestionados, criticados e incluso envidiados. Lo importante es no dejarnos contagiar de esa lacra de desánimo y negatividad, manteniéndonos fuertes en nuestras convicciones, principios y objetivos trazados.

Supone un esfuerzo muy grande, una férrea fuerza de voluntad y un afán de superación y de adaptación que tras una amplia experiencia profesional podamos sortear con mucha facilidad

Debemos intentar buscar para el viaje a compañeros que tengan los mismos intereses e inquietudes profesionales, que trabajen y se comuniquen en la misma sintonía siendo enriquecedores. Reconocernos en los demás, aportarles y que nos aporten conocimientos para ampliar nuestros horizontes.

Debemos prescindir de aquellas cosas que nos impidan dar el paso decisivo siendo un estorbo en el camino de la profesionalidad y el servicio. Corregir de inmediato esos errores y cuidar los detalles que son los que marcan la diferencia. Ir un paso más allá, replantearse las cosas y cuestionarlo todo en pro del resultado final; no es otro que el éxito de nuestro proyecto.

No cuidar los detalles es la causa de fracasos evitables, desde una atención deficiente al teléfono, a no responder por un exceso de trabajo un correo electrónico, o una simple mirada poco agradable de un dependiente cuando entra un cliente en el comercio, son detalles que lo dicen todo de ti, delatando la falta de profesionalidad que nos hace perder oportunidades de negocio.

Estos detalles tiran por tierra todo el esfuerzo y sacrificio diario del equipo. Ocurren en todo momento y debemos tenerlo en cuenta ya que en estos tiempos, cualquier mínimo gesto debe ser mirado con lupa y analizado para corregirlo a tiempo. Es lo que marca la diferencia de la realidad del día a día.

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