En los últimos años todos hemos oído hablar mucho de la palabra talento, entendido como el factor primordial para el éxito del proyecto, de la iniciativa personal, profesional o de la empresa.

Al hablar de talento damos por sentado que todos saben de lo que hablamos, pero cada uno lo entiende a su manera. Unos, lo refieren a la gestión de los recursos humanos; otros, a las capacidades, destrezas y habilidades personales para desempeñar las funciones encomendadas; otros, al virtuosismo en su materia y, otros, incluso a alcanzar la excelencia.

Pretendo que desde ahora mismo consideremos el talento como un todo, compuesto por la unión de las pequeñas cosas que nos hacen grandes en el desempeño de nuestras funciones, desde las capacidades, el aprendizaje y la formación de las mismas hasta la constancia, el esfuerzo, el sacrificio y la dedicación necesarias para lograr el éxito.

En este país de pícaros y listillos que la literatura española tan bien ha descrito durante tantos siglos se me hace imposible creer que todavía piensen, algunos, que no los pillarán, entendiendo que saldrán impunes y que sus tropelías no van a tener castigo jamás. Me da pavor asistir al lamentable espectáculo que supone el hecho de que en esta sociedad globalizada sigue habiendo personajillos que se creen por encima de las leyes y campan con total impunidad para hacer lo que quieran.

No es lo mismo las pillerías del Lazarillo de Tormes, con queso y uvas, o las situaciones que describían Mariano José de Larra y Benito Pérez Galdós, retratando la sociedad de la época, que los lamentables capítulos con los que nos despertamos cada día con  excesos y abusos que todos conocemos, con todo lujo de detalles grotescos.

¿Qué estrategias debe seguir el pequeño comercio para sobrevivir a los grandes?

1 Renovación

2 Especializarse

3 Fidelizar a los Clientes

4 Asociarse

 

Hablar de la singularidad de Canarias en el marco estatal e, incluso, en el seno de la Unión Europea en pleno siglo XXI está fuera de toda duda, pero no podemos hacer demagogia cuando nuestro futuro está en juego y es obligación de todos estar a la altura de las circunstancias.

Negociar el Régimen Económico y Fiscal (REF) requiere de un acuerdo común por la defensa de los intereses del Archipiélago, por encima de las ideologías y con una visión global del modelo que se quiere para nuestra Comunidad Autónoma en las próximas décadas, reconociendo nuestras singularidades y anteponiendo el interés general de Canarias al particular de cada uno de nosotros.

Los grandes paradigmas en los que se basaba nuestra economía han ido experimentando un cambio importante a medida que la crisis se ha agudizado, planteándonos otros modelos económicos para salir adelante adaptándonos a la actual realidad económica y financiera. En el pasado, la dedicación era casi en exclusiva a la gestión del tiempo en la abundancia, había factores en los que no reparábamos porque las prioridades eran otras bien distintas y hasta en determinados casos la atención dispensada a los clientes pasaba a un segundo plano.

Por los hábitos de vida y la evolución de la tecnología, en estos tiempos empiezan a aparecer determinados comportamientos que responden a la necesidad de supervivencia de los proyectos empresariales y profesionales de muchos, lo que se acentúa con la situación económica actual.

Jornadas laborales de 12-14 horas cada día de la semana, con una actividad impredecible por motivos variables, la posibilidad de viajes y/o desplazamientos frecuentes, el envío y recepción continua de correos electrónicos y una atención telefónica permanente. Son los síntomas que alertan de que puedes ser un trabajador extremo.

La situación económica y los ciclos económicos nos contagian de un sentimiento de pesimismo y desazón que nos envuelve e impide que avancemos y salgamos adelante.

Debido a la globalización y sin ánimo de generalizar, sabemos que las de epidemias se convierten en pandemias con mucha rapidez y más rápido aún es el contagio si la cuestión es por causas psicológicas. Para esto último no hace falta germen alguno – tan solo la difusión de una noticia negativa por parte de los medios de comunicación. Esto tendrá un efecto depresivo multiplicador de propagación universal.

Coincidiendo con los periodos de crisis, es cuando muchas empresas se paran y hacen balance de la situación real, no me refiero a nivel contable, sino al acto de contrición y examen de conciencia que hacen los propietarios de sus empresas.

               Esto es lo que ha sucedido esta pasada semana en mi despacho, en una visita que la verdad, me ha hecho pensar mucho e incluso ha logrado que pase la frontera de lo profesional a lo personal, al ver la situación y el cariz emocional que ha tomado el asunto.

Hace unos días a mis manos ha caído un libro de economía de los que ya rara vez se ven, con tapa dura y lleno de polvo de estar en las estanterías aguantando el mueble pero que en su interior contiene secretos muy bien guardados para todos aquellos que se decidan a ojear sus contenidos.

Me llamó la atención una pequeña reflexión del autor del libro y era que uno de sus capítulos lo había titulado “El Coleccionista de Quiebras” refiriéndose a todos aquellos personajes que o son cenizos y la mala suerte los acompaña en cada una de sus iniciativas empresariales, a los cuales les recomendaba que lo intentaran nuevamente, siendo los buenos de la historia. O son oportunistas carroñeros sin escrúpulos que están aprovechándose del mercado para sacarle todo el jugo y volar a la siguiente iniciativa tras dejar la anterior esquilmada.

Cuantas veces se lo ha preguntado, o cuantas veces se hace el siguiente comentario “yo a tu edad, nadie tenía que mandarme a hacer las cosas”

Lo primero que hay que pararse a pensar es que si usted está donde está es que tenía otras inquietudes y miras y por eso los demás están donde están, en el mismo lugar, cargo o incluso en el paro. No es producto de la casualidad, cuando era empleado trabajaba como si fuera empresario y se sacrifico duramente y se marco retos y objetivos para lograr sus metas.

Seguro que muchos de sus antiguos compañeros podrían tener otra posición, responsabilidad o cargo, pero eran personas que solo aspiraban tener empleo y no veían mas allá, simplemente sus necesidades básicas estaban cubiertas no tenían mayores responsabilidades y no tenían madera de empresarios.

Hablar de fidelidad en los tiempos que corren es tocar temas muy delicados en las relaciones de pareja, pero en el campo de la empresa podría ser el factor diferencial entre el éxito o el fracaso de una idea de negocios.

Promover la fidelidad entre las empresas es una labor que pocas veces se tiene en cuenta y se le da muy poco valor. Pero entre los clientes y consumidores cual sería el concepto de fidelidad para la empresa.

Esta columna va dedicada a todas aquellas personas que por motivo de la situación económica deciden dejar de anunciarse para recortar los gastos, como solución a sus males.

¿Qué es ahorrar en Publicidad? es recortar gastos para mejorar los resultados empresariales. Es dejar de promocionarse ante los potenciales consumidores y por consiguiente dejar de recibir ingresos… Esta duda siempre es la que asaltado al empresario, es la pescadilla que se muerde la cola, pero cuál es el criterio más correcto.

Cuando la economía es inestable lo importante es contener el gasto en la empresa, en la familia, se trata del tan nombrado “ahorro” pero es solo racionalizar la inversión y siempre valorar la repercusión que este acto tiene en nuestra economía personal.

Montar cualquier idea de negocio no es nada fácil. Esta simple afirmación esconde muchos inconvenientes y problemas en el complejo mundo empresarial. Difícil y complicado ya que las trabas son muchas y muy variadas, la más importante es la financiera en todas sus acepciones, pero el rosario de causas es muy variado.

             Según datos facilitados por el Registro Mercantil Central, España tiene 3.800.000 empresas, y cada 3 años se crean 1.500.000, de las cuales solo el 5% llega al 5 año y se consolida. Muchas son las razones y los motivos, la situación social, política, económica de un país, los inversores, los problemas burocráticos, etc. Son los factores más comunes.

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